Alrededor de 800 000 personas se suicidan cada año, lo que representa una muerte cada 40 segundos. Un 80% se da en países de ingresos bajos y medios. 

El suicidio es todo acto u omisión voluntaria con el propósito de dejar de existir. Mayormente las personas que deciden suicidarse están pasando por un periodo de profundo sufrimiento vital, en general no están buscando quitarse la vida sino el cese de su sufrimiento. Existen factores de riesgo como la edad, el conocimiento de otros suicidios cercanos, la presencia de ciertas patologías, etc.

Cuando queremos catalogar el tipo de suicidio hay que tomar en cuenta la motivación. Podemos listar algunas como el suicido anómico (regulación social insuficiente, pérdida de identidad), fatalista (Control y regulación excesivo), egoísta (una falta de integración) y altruista (exceso de integración grupal, beneficio al grupo).

Durkheim encontró que en comunidades que requieren más cohesión y solidaridad para sobrevivir, la tasa de suicidios era menor, justamente porque la responsabilidad hacia el grupo al que se pertenece es un freno de la voluntad de suicidio. Por ejemplo que la Europa del siglo XIX los judíos se suicidaban menos que los católicos porque dependían más unos de los otros.

Lo que le llevo a considerar que el suicidio es una huida del deber a que se le llama, una especie de traición al grupo a que se pertenece.

En el caso particular del expresidente, que es un tema delicado por sí mismo, lo que no se debe hacer es glorificar y señalar culpables, y mucho menos sensacionalizarlo. Y estar alertas sobre uno de los factores de riesgo, la imitación,  proceso por el cual un suicida ejerce un efecto de modelo imitable.